(Artículo publicado en Mercurio-3, 1er trimestre 2004)
PRIMERA PARTE
Entrando en debate
En una declaración firmada por las asociaciones astrológicas más importantes de Alemania y de Suiza se puede leer en la tesis número 6 la siguiente frase: „La experiencia acumulada en milenios ha demostrado que la posición de los astros de nuestro sistema solar en el zodiaco tropical lleva a conclusiones más acertadas“. Aparte de que los milenios aludidos suponen una bienintencionada exageración, creo que esta aseveración hay que considerarla fruto de un prejuicio. A no ser que se pretenda ignorar la experiencia que han hecho astrólogos con el zodiaco sidéreo en otros tantos milenios, o se haya demostrado que sus conclusiones son menos certeras. La „experiencia“ de que habla la cita presupondría que los astrólogos implicados hubieran cotejado las conclusiones derivadas de ambos zodiacos – lo cual seguramente no es el caso.
(Artículo publicado en Mercurio-3, 2. trimestre 2004)
SEGUNDA PARTE
En primera parte de este artículo he expuesto una serie de argumentos a favor del zodiaco sidéreo. Tomé como punto de partida el hecho de que el sistema astrológico fue concebido en una época en que los astrólogos utilizaban un zodiaco sidéreo, cosa que siguen haciendo los hindúes, cuya astrología a su vez está directamente filiada en la tradición caldeo-helénica. Expuse también cómo la astrología occidental de los últimos siglos ha ido diluyendo el papel estructurante que tenía el zodiaco en su origen, sobre todo el papel de las dignidades planetarias. En la última parte del artículo ofrecí una breve interpretación de algunos factores marcantes en los horóscopos (calculados con el zodiaco sidéreo) de tres personajes bien conocidos; en definitiva lo que más justifica la utilización del zodiaco sidéreo es el alto grado de predictibilidad que se alcanza en la práctica. En esta segunda parte quisiera plantear la cuestión de los zodiacos tropical y sideral desde un punto de vista más teórico, y en conexión con el simbolismo de las tradiciones sagradas.
(Ponencia presentada en el XXVI Congreso Ibérico de Astrología, 19-21 Junio 2009)
Fuerzas y dignidades en la astrología clásica
La astrología clásica conoce un número considerable de criterios, según los cuales un p vbglaneta cobra fuerza, dominancia o dignidad. Estos criterios incluyen conceptos muy diferentes, como la posición por signo, la ubicación por casa, la fase con respecto al Sol, o los aspectos recibidos. Por ejemplo, Abraham ben Ezra en su libro introductorio sobre los juicios de las estrellas, comienza por enumerar 16 condiciones en las que "se refuerza" el planeta, y que incluyen la aspectación o sitio por planetas benéficos, el contacto con Sol y Luna, la velocidad, el incremento de luz, la dignidad zodiacal, la recepción, etc. Después pone especial énfasis en la dignidad zodiacal, así como en la fase solar, diferenciando y complementando las condiciones previamente citadas.
En la astrología e iconografía persa y árabe encontamos una clara referencia a los signos y grados de exaltación de los nodos: Rahu – el nodo norte o Cabeza del Dragón – se exalta a 3° de Géminis, y Ketu – el nodo Sur o Cola del Dragón – a 3° de Sagitario.
Estos grados de exaltación se encuentran en plena Vía Láctea, muy cerca del Centro Galáctico (a 4°23‘ Sagitario según el ayanamsha postulado aquí) y de su polo opuesto. Ketu es pues exaltado ahí donde se encuentra el Centro Galáctico, y Rahu en la direccón del espacio exterior a nuestra galaxia. Se reconoce una clara analogía entre Ketu y Rahu y la polaridad de centro y periferia, interior y exterior de la galaxia. Según la doctrina védica los nodos se asocian con los siguientes temas, que a su vez se leen como una interpretación del centro y anticentro galácticos:
Periodos planetarios en la astrología tadicional
Uno de los sistemas predictivos más usados en la astrología árabe es el de las fardarias o firdarias. La palabra “fardaria” parece provenir del griego “periodos”. Sin embargo se trata de una técnica genuinamente persa, que no aparece en los tratados astrológicos de la época helénica.
Bien es cierto que los métodos basados en fases o periodos planetarios forman prácticamente el núcleo del instrumental predictivo tanto en la astrología helénica – especialmente en Vettius Valens – como en la astrología védica. Ambas son de hecho perfectamente compatibles en una serie de elementos básicos, hasta el punto de que podemos hablar de tradiciones hermanas y de origen común. En ambas tradiciones encontramos la idea de que diferentes periodos de vida del nativo son regidos por diferentes planetas, de tal manera que en esos periodos se manifestarán o madurarán tendencias y eventos conforme a su posición en la carta. Sin embargo, aunque el concepto en sí es común, la astrología hindú ha desarrollado técnicas distintas de las que encontramos en la astrología helénica. La más importante es el sistema de dasas (periodos) vimshottari.
Desde que empecé a estudiar astrología en el 1981, ando peleándome con las direcciones primarias. Fiel a la tradición, siempre he querido pensar que son un instrumento predictivo imprescendible. Porque desde tiempos de Ptolomeo, y no digamos desde Plácido y Morin, las direcciones primarias - al menos las zodiacales - tal y como las describió el autor del Tetrabiblos han formado parte inamovible del canon de técnicas predictivas. Y - fiel a la tradición - no he cejado en atormentar a mis alumnos con semiarcos diurnos, distancias meridianas y fórmulas trigonométricas.
De paso se aprende astronomía de posición y cálculo. Es un consuelo. Pero nunca acababa de estar satisfecho con las direcciones primarias en base a arcos proporcionales. No acababa de sentirme seguro en la predicción. Demasiado a menudo no coincidían bien los hechos con las promesas de la dirección. Únicamente el ascendente dirigido me resultaba, desde siempre, un factor predictivo fiable.