La astrología es la ciencia de las analogías entre los movimientos de los astros en el firmamento y el devenir en la Tierra. Da por sentado que es posible deducir de la posición de los astros nuestra predisposición individual y nuestro destino.
El arte de la astrología es muy antigua. Representa uno de los más fascinantes logros culturales de la humanidad, y está profundamente arraigada en nuestras costumbres, festividades e ideas religiosas. Las grandes tradiciones del yotisha - es decir, la astrología védica - y de la astrología hermética – su prima hermana de origen helénico - tienen raíces comunes que se remontan a la lejana Antigüedad.
El instrumento principal con el que trabaja el astrólogo es el horóscopo o carta natal. Los antiguos griegos llamaban horoskopos al signo ascendente, el que sale por el horizonte oriental a una hora dada. Hoy en día solemos usar este término para referirmos al diagrama en cinjunto con las posiciones del Sol, la Luna y los planetas en el zodiaco y en relación con el ascendente. Para calcular esta carta natal, necesitamos la fecha, el lugar y la hora de nacimiento.
¿Ciencia, conocimiento espiritual o arte?
La astrología es una ciencia en tanto que forma un sistema coherente de definiciones y reglas que nos permite llegar a ciertas conclusiones sobre un individuo y su devenir. Estas conclusiones por tanto no son aleatorias, sino que siguen una lógica. El conocimiento astrológico no es un misterio, sin que puede ser aprendido y comprendido por cualquier persona con un nivel de inteligencia normal.
Que existe una conexión perceptible entre los acontecimientos en la Tierra y los astros es un axioma de la astrología, y como tal no es objeto directo de esta ciencia. Una de las razones por la cual las ciencias naturales establecidas suelen rechazar la astrología reside en el hecho de que la cosmología mecanicista de hoy en día no es capaz de explicar o de imaginar siquiera tal conexión. La astronomía vigente parece suministrar una visión del cosmos que es inadecuada para explicar el fenómeno astrológico. Por otro lado, los científicos modernos van desarrollando teorías susceptibles de admitir la posibilidad de este fenómeno, como son las teorías sistémicas o los campos morfológicos de Rupert Sheldrake, o ciertos descubrimientos de la mecánica cuántica.
La astrología trabaja con analogías y reglas de interpretación complejas, que han sido elaboradas y transmitidas durante milenios y corroboradas en la práctica. De un modo similar a la psicología del inconsciente, los astrólogos adquieren su conocimiento a través de la experiencia que hacen con los muchos clientes y demás „casos“ que estudian. En su origen la astrología probablemente surgió de una mezcla de observación, intuición y revelación. Fueron sobre todo filósofos, visionarios, médicos y científicos de grandes culturas como la egipcia, babilónica, hindú y helénica los que contribuyeron al desarrollo de este fascinante saber.
También podemos entender la astrología como arte. Al fin y al cabo trabaja con símbolos e imágenes que en cada horóscopo forman un nuevo y único diseño a ser interpretado por el astrólogo. Él es el traductor de este lenguaje de símbolos cósmicos. Además tiene que saber compenetrarse con el cliente y comprender su situación para poder reconstruir y predecir el „influjo“ de las estrellas.
La astrología es ante todo una ciencia del espíritu. Quien se adentra en este saber, no puede por más que plantearse el porqué de los diferentes destinos individuales e indagar sobre el origen, el sentido y la finalidad del alma humana. La astrología siempre estuvo amparada en una visión holística del ser humano y de su relación con Dios y con el cosmos. Al mismo tiempo mantiene su objetividad e independencia frente a cualquier tipo de confesión religiosa.
Astrología, carácter y destino
Cada uno de nosotros nace con un determinado plan inscrito en su alma, de modo que los cambios, las oportunidades, los obstáculos y los golpes de destino que afectan nuestras vidas no son meros acontecimientos casuales, sino que responden a una providencia innata y acaecen a su debido tiempo. Podemos entenderlos como lecciones, ayudas o pruebas que guían y orientan al ser humano, o como experiencias que sirven para una determinada evolución del alma. También el carácter y la constitución se corresponden con este plan inherente a cada individuo.
Para hacernos una idea, es como si el ser que viniera al mundo se hubiera propuesto una tarea determinada. En este plano terrenal se encuentra con una serie de condicionantes: un potencial genético, una determinada condición social y cultural, el espíritu del siglo etc. Este „material“ con que se encuentra se va conformando „por sí mismo“ según el destino inmanente del nativo. Aunque no decida conscientemente el rumbo a tomar, se topará a su debido tiempo con experiencias y encuentros que resultan necesarios y provechosos para su propia evolución. Y en la medida en que elabora e integra estas experiencias, su personalidad seguirá desenvolviéndose y transformándose.
Esto no significa que nuestras vidas estén absolutamente predeterminadas y seamos esclavos de nuestro destino. Si fuera así, sería bastante absurdo dedicarse a la astrología o buscar consejo astrológico, ya que también esto estaría predeterminado. De hecho no tendría ningún sentido hablar de consulta o de consejo, si al mismo tiempo partiéramos de que el ser humano no puede modificar en nada su comportamiento o sus circunstancias.
A nadie se le ocurriría pensar que no es libre por el hecho de tener por ejemplo un determinad rasgo corporal. Este rasgo será un condicionante en determinadas áreas de su vida, y la persona se verá obligada a arreglárselas de alguna manera con esta su característica. Precísamente ahí reside su libertad, en la actitud que adopta frente a las circunstancias, en el modo en que las aborda, en cómo usa su peculiaridad y sus recursos y va creciendo en el proceso.
Tomemos otro símil: Alguien quiere organizar pasado mañana una fiesta en su jardín y escucha en el parte meteorológico que lloverá todo el día. Ahora puede pensar en posponer la fiesta o celebrarla dentro de casa u organizar tal vez un concurso de paraguas. Es libre de hacer lo que quiera. Pero llover, lloverá igual. Más bien el conocimiento de que va a llover ha enriquecido y ampliado sus posibilidades de decisión.
Es comparable la información que un astrólogo puede extraer de una carta natal: Puede indicar la predisoposición que tendrá el nativo y cuándo acaecerán determinadas crisis evolutivas o fructificarán potenciales y oportunidades. De este modo orientará al cliente sobre el momento en que tiene sentido desarrollar y cumplir ciertas aspiraciones, y cuales son las ayudas, los recursos y los conflictos con los que puede contar. Puede iluminar el transfondo de crisis actuales, ayudar a entender el sentido de ciertas experiencias, y en la retrospectiva ubicarlas en el contexto de la propia biografía. Y puede además señalar el modo de aprovechar determinados potenciales o de neutralizar dificultades innecesarias.
En definitiva la astrología nos ofrece respuestas a la pregunta de cuál es mi destino personal, cuál es el sentido de mi vida y la tarea que se ha propuesto mi alma – llamémosle yo superior, chispa divina o conciencia divina – en este viaje que es la vida terrenal. La astrología nos ayuda a darle un sentido más profundo a nuestra existencia, más allá de contingencias casuales.